Por Andrés Figueroa Cornejo
El estudio recientemente evacuado por el Banco Mundial, “Nuevos enfoques para cerrar la brecha fiscal”, arrojó para Bolivia que tras el notable crecimiento del Producto Interno Bruto al término del primer semestre de 2022 de un 3,9 por ciento, se proyecta para fines de este año un incremento de la economía en 4,1 por ciento, próximo al 5,1 por ciento calculado por el Gobierno central en su Programa Fiscal Financiero. Del 3,9 por ciento correspondiente a la primera parte del año, el Presidente del Estado Plurinacional, Luis Arce, destacó que un 3,4 por ciento de la expansión fue resultado de la demanda interna.
Por otra parte, los investigadores del Banco Mundial se encuentran especialmente preocupados por los guarismos en materia de inflación ofrecidos por la inmensa mayoría de los países de América Latina y el Caribe, según sus análisis, debido al impacto de los residuos de la pandemia de Covid 19 y la subsecuente ralentización y ruptura en la cadena de producción y circulación de bienes; los efectos en los precios de los alimentos y la energía a causa de la actual crisis en Rusia; y el alza de las tasas de interés monetario de los bancos centrales en las potencias mundiales.
Lo que provocó enorme impresión en los expertos del Banco Mundial es la bajísima inflación de Bolivia, una de las menores del planeta, a contracorriente de lo que ocurre en el resto del globo.
Mientras que el fenómeno inflacionario en China alcanza el 2,5 por ciento, Japón un 3,0 por ciento, Francia un 5,8 por ciento, Argentina un 56,1 por ciento, Indonesia un 38,5 por ciento, Líbano un 61,3 por ciento, y Venezuela un 60,5 por ciento; Bolivia apenas llega al 1,6 por ciento acumulado, hecho económico que beneficia al conjunto de la sociedad, pero sobre todo a las clases trabajadoras y populares.
Al respecto, y de acuerdo al consenso entre varios analistas, la excepción boliviana para el control de la inflación es multifactorial y está en la base de la revolución democrática y cultural en curso y en el Modelo Económico Social Comunitario Productivo, MESCP.
Entre los elementos principales que explican el crecimiento sostenido y la baja inflación del país se encuentran la nacionalización de industrias estratégicas; la política redistributiva que se traduce en subsidios directos a la demanda en cuanto al consumo de energías, hidrocarburos, bienes y producción propia de alimentos. También participan en el compuesto de medidas virtuosas económicamente del Gobierno, el certificado para la exportación; mantener con cero impuestos la importación de fertilizantes; préstamos con fines productivos extraordinariamente baratos; el combate incesante contra la especulación de los precios; y una política cambiaria no determinada por las turbulencias externas.
Todo lo anterior redunda en la creación de empleos de calidad y en una Bolivia que prácticamente ya ha restaurado su estabilidad económica desde el golpe de Estado de 2019 y el régimen de Áñez, y en consecuencia, camina hacia el franco mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales de las y los bolivianos, tan cual lo impone el mandato del Vivir Bien.