Por Cristián Fuentevilla
A un año del inicio de la operación especial de la Federación Rusa las hostilidades no cesan y se prolongan en Ucrania desde el 2014. Es preocupante el hecho incluso de que alcanzándose cualquier tipo de acuerdo, es poco probable que se alcance una paz plena. Los esfuerzos en los acuerdos del Protocolo de Minsk así lo demuestran, pues en su momento solo permitieron fortalecer la línea de contacto de Ucrania a costa del sacrificio de la población. Lo que si está claro es que el mundo es más multipolar que hace un año atrás. Las relaciones se vuelven más dinámicas de facto ante las previsiones que adopta Occidente para abastecerse de recursos energéticos. El mundo bipolar que castigó las soberanías sur-sur en los cambios acontecidos a comienzos de la década de 1970 en la división internacional del trabajo, hoy se hace realidad en la condición subordinada de Europa frente a EE.UU.
Al menos así lo dictan los acontecimientos recientes que comienzan a ser reflejo de una depreciada Europa, en razón a los costos de la energía para la población y en razón a los límites de la democracia representativa en este mismo contexto regional. Aunque en el discurso permanece esa idea universalista de Occidente, que por cierto se puede encontrar en muchas universidades de la periferia “latinoamericanista” como resultado de la construcción del Estado liberal. En lo primero, los costos de energía sólo en Inglaterra viven un aumento de US$1.200 en un año[i]. En lo segundo, se podrá apreciar con claridad la emergencia de escenarios en donde la narrativa del atraso de la mujeres de Oriente, de la islamofobia, de la cristianofobia o de expresarse contra las civilizaciones monoteísta se contradice en los hechos en las condiciones de vida de la población. Basta ver cómo los franceses tratan a las mujeres en sus demandas laborales, para entender el colonial sentido del humor de Charlie Hebdo.
También es cierto que con un poco de conocimiento se puede entender que la democracia representativa está lejos de ser un asunto de verdades. Más bien es un asunto de sus tipos de sociedades como en Sudamérica, en donde los proyectos republicanos tienen un balance ajeno al desarrollo humano en términos generales. Y si se trata de balances, es suficiente observar la prosperidad de los virreinatos hispanoamericanos para entender las diferencias civilizatorias en cuanto a desarrollo humano se refiere. Esto último lejos de ser un dato ajeno al realismo de las relaciones internacionales es muy importante, hace una gran diferencia entre quienes pujan por la religiosidad laicizante de Occidente y un mundo humano. Si se piensa que los procesos de financiarización, como la globalización, desarrollados desde la década de 1970, del mundo bipolar en adelante o incluso solo en el mundo unipolar fueron fuerzas deflacionistas, ya que redujeron los costos. También fueron deflacionarias para los salarios del 90% más pobre, ya que los salarios se ven presionados a la baja por la mano de obra mundial barata y minados por la financiarización, que canalizó la gran mayoría de las ganancias de la economía hacia el nivel superior de la mano de obra y los propietarios de los activos que concentraron de manera inevitable la financiarización en las burbujas de activos crediticios[ii].
De hecho, como experiencia, fue el idealismo laicizante el catecismo de la peor experiencia humana en la región, desde el término de la antropofagia de los imperios indígenas. Que paradojalmente el nacionalismo liberal construye en narrativas de unos indios “libres y salvajes” como unos atributos civilizatorios que Occidente podía exhibir en zoológicos humanos en el siglo XIX. Lo real es que si se pensó que podría existir un mundo más humano sin dios, solo podría ser en el Occidente decimonómico y del siglo XIX. Pues en términos reales la universalización de la humanidad es resultado de las sociedades monoteístas, todos los humanos tienen derecho a creer en Dios o a su conversión. De hecho, con el paganismo liberal y no liberal, no hay universalización, por el carácter territorial del politeísmo. De modo que hemos arribado a un mundo que comienza lentamente a develar estas nuevas y viejas verdades. Ya que todo el avance de la ciencia, la tecnología, el desarrollo, etc., nuevamente está en Oriente.
Finalmente en la trascendencia de los liderazgos políticos de la región resulta conveniente observar con sus respetables diferencia, que por ejemplo Fidel Castro en Cuba a pesar de la omisión laicizante, gobernó con Dios. En el caso de Hugo Chávez, un líder mundial del mundo unipolar de Sudamérica, sin populismos y por civilización gobernó con Dios. Ambas experiencias no por dogmas, sino por resultados de los indicadores de desarrollo humano en dimensiones como la vivienda o la salud. Si observamos el liderazgo actual de presidente de Brasil no será un liderazgo multipolar el que condiciona el ímpetu y el realismo de las relaciones internacionales del socio del BRICS; es precisamente hasta donde el dogmatismo liberal pretende construir verdades a-científicas por fuera de la civilización, como si se pudiera construir un destino al margen de la humanidad. Esto último es más importante en términos políticos que el mítico pragmatismo de las “economías emergentes” de las narrativas occidentales para entender que Lula viene por su periodo completo. Pero los nuevos y necesarios indicadores de desarrollo, están dados por la economía actual y dada por los conflictos actuales. Quizás el distanciamiento de Lula con la Federación Rusa en razón a su postura con Ucrania, tempranamente se relaciona con esto, ese subimperialismo periférico que tan bien describió Ruy M. Marini al Brasil del siglo XX. Por lo que resulta interesante y conveniente un nuevo análisis de cuál sera el proyecto de sucesión y superación de Lula en esta etapa en Sudamérica.
[i] Reino Unido precios del combustible, precios de la electricidad, precios del gas natural https://es.globalpetrolprices.com/United-Kingdom/
[ii] Prepárate para ser desangrado por una década de estanflación https://gatopress.news.blog/2023/02/27/preparate-para-ser-desangrado-por-una-decada-de-estanflacion/