Bernardo Arévalo del partido de oposición Movimiento Semilla, será el Presidente de Guatemala, y es el primer hijo de un mandatario en ser electo para ocupar el cargo de Jefe de Estado: su padre fue Juan José Arévalo Bermejo, primer Presidente tras la Revolución de 1944 en el país centroamericano. Este recuerdo fue el eje de la campaña electoral de Arévalo, quien logró la victoria en una contienda eleccionaria colmada de ataques judiciales provenientes de la oligarquía en contra de la agrupación que impulsó su candidatura, Semilla.
El 18 de junio de 1954, un avión militar estadounidense descendió, salpicando las calles con panfletos que exigían la renuncia inmediata del presidente Jacobo Árbenz, el sucesor de Juan José Arévalo, padre del actual ganador de los comicios presidenciales de este 20 de agosto. Días después, un grupo de militares guatemaltecos golpistas patrocinados por Estados Unidos derrocó a Árbenz e instauró un régimen militar, poniendo fin a un breve tramo de democracia electoral civil que duró una sola década. En 1960, como maldita herencia estadounidense, causante de la miseria más extendida y abyecta de Latinoamérica, el país ingresó en un conflicto armado interno que se extendió por 36 años.
Tres candidatos populares fueron expulsados por el sistema electoral, amañado por las fuerzas reaccionarias y dictatoriales de Guatemala antes de la primera vuelta.
Por su parte, Arévalo manifestó que una propuesta democrática «incluye consensos amplios, respeto a la división de poderes, libertad de prensa, el regreso de decenas de jueces y fiscales antimafia y periodistas exiliados», mensajes que sabotearon exitosamente la corrupción estructural de las elites en la población votante.
Según datos correspondientes al 88 por ciento de las mesas escrutadas, Arévalo, de 64 años, ganó con un 59.65 por ciento de los votos válidamente emitidos, contra la derechista Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que se quedó con un 35.66 por ciento.