Gracias a una valiente mujer indígena el país conoció las acciones de terror perpetradas por militares de la VII División del Ejército, quienes disfrazados como bandidos atacaron a originarios en Tierralta, Córdoba, el 13 de septiembre y al día siguiente ahuyentaron a tiros a la Comisión que iba a investigarlos.
Tres semanas antes, otras unidades militares de la misma Séptima División, en colusión con narcoparamilitares del Clan del Golfo, perpetraron una masacre en San Pablo de Cáceres, Antioquia. Sobre este hecho, el 24 de agosto mandos militares declararon que habían incautado armamento a quienes en realidad habían sido ejecutados en estado de indefensión. Además, 4 días más tarde el Clan del Golfo también anunció públicamente haber incautado esa misma lista de armamento.
El comandante de la VII División, el General Óscar Leonel Murillo, antes había sido jefe de la Fuerza de Tarea Titán en Chocó, de donde salió tras conocerse múltiples denuncias por su accionar al servició del Clan del Golfo; como la acción encubierta en que disfrazó sus tropas de narcoparamilitares para incursionar en El Guachal del municipio Litoral del San Juan en noviembre de 2021, donde la comunidad presenció cómo las tropas fueron evacuadas por helicópteros militares luego de terminar su incursión.
Después que los militares de la VII División fueran sorprendidos en flagrancia, se desató una reacción nacional en contra de estas acciones de guerra sucia, en la que el presidente Petro habló de “no repetir el error del paramilitarismo que despoja a los campesinos”. Asimismo, la sociedad exige que no sólo se aplique justicia a las tropas de bajo rango, sino que también rindan cuentas los generales que imparten las órdenes de hacer terror de Estado, como Óscar Leonel Murillo.
Depurar las Fuerzas Armadas es parte de la solución, pero mientras siga vigente la Doctrina de Seguridad heredada de la Guerra Fría (1946-1991), que manda atacar a los opositores al régimen oligárquico, a quienes clasifica como Enemigo Interno, las acciones de terror de Estado proseguirán con el Genocidio continuado contra defensores de Derechos Humanos, ambientalistas y líderes populares. Militares como Murillo son los sostienen la maléfica Doctrina de Seguridad a la que se aferra el viejo régimen, porque con ella resguarda su modelo económico depredador, subordinado al sistema de Guerra Perpetua agenciado por la plutocracia que gobierna en Estados Unidos.
Comando Central del Ejército de Liberación Nacional de Colombia, ELN