Por Raúl Ortiz Patiño
Los 13 millones 400 mil ecuatorianos que sufragaron en las elecciones del veinte de agosto, por primera vez en seis años, no votaron por el odio político infundido por los Presidentes neoliberales Lenín Moreno y Guillermo Lasso en contra de Rafael Correa. Optaron por lo “nuevo”, las condolencias y contra la “delincuencia” y sobre todo la memoria. Con el 25% de las actas contabilizadas, Luisa González de la Revolución Ciudadana avanza primera con 33.17%, Daniel Noboa con 24.12% segundo y Christian Zurita, reemplazante del periodista asesinado en plena campaña, Fernando Villavicencio, con 16.33% tercero. González y Noboa se enfrentarán a una segunda vuelta el 15 de octubre de este año.
Estos resultados no previstos por todas las encuestadoras, analistas y medios de comunicación, salvo por la ciudadanía, constituyen insumos claves para analizar sus resultados. Las encuestadoras acreditadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) para difundir resultados de sus mediciones hasta el 10 de agosto, le otorgaban a Luisa González el primer lugar con porcentajes que fluctuaban entre el 30 al 42% y proyectaban que ganaría en primera vuelta. Le seguía un pelotón integrado por Otto Sonnenholzner, Jan Topic y Yaku Pérez, oscilando en función de sus relaciones con las encuestadoras, entre 14 al 20%. Luego Fernando Villavicencio en un margen de 8 a 10%, más abajo Daniel Noboa en solitario no pasaba del 6% y de últimos Xavier Hervas y Bolívar Armijos.
El hecho determinante para que el panorama electoral cambie dramáticamente fue el asesinato de Fernando Villavicencio por una banda de sicarios colombianos al salir del Colegio Anderson de la ciudad de Quito, el 9 de agosto, luego de participar en un mitin de sus auspiciantes: Movimientos Construye y Gente Buena.
Frente al crimen, el Presidente Lasso decretó el Estado de Excepción en todo el país por 60 días y tres días de luto nacional. Al rechazo generalizado de la población al asesinato, le siguió una serie de acusaciones cruzadas entre familiares, miembros del gobierno, dirigentes políticos y “periodistas” de medios de comunicación privados que regaron gasolina en el caldeado ambiente nacional. La esposa de Villavicencio, Verónica Sarauz, acusó a Rafael Correa a través de entrevistas en medios de comunicación locales e internacionales, de ser el autor intelectual del crimen. Como antecedente, Fernando Villavicencio y otras dos personas, en el 2014, acusaron públicamente al entonces Presidente Correa de un supuesto delito de lesa humanidad en los hechos del 30-S que fueron un intento de golpe de Estado en su contra. El ex Presidente les ganó el juicio. La sentencia para Villavicencio fue cumplir año y medio de prisión, pagar a Correa una indemnización de USD 140 mil y pedir disculpas públicas. El sentenciado huyó a la clandestinidad.
Mientras tanto, el abogado de familiares de Villavicencio, Marco Yaulema, denunció al Estado ecuatoriano por el “delito de asesinato por omisión dolosa”. Unos analistas atribuyeron la autoría a la banda de los “choneros” liderada por “Fito” a quien Villavicencio días anteriores acusó que lo quería matar. Otros atribuyeron el asesinato a los “narcogenerales” de la Policía Nacional a quienes la Embajada de Estados Unidos les quitó la visa, cuya lista le entregó a Lasso y este la archivó; y Villavicencio presionó a Lasso para que los enjuicie o él lo haría.
Hubo quienes involucraron como autor intelectual del crimen al candidato auspiciado por el Partido Socialcristiano, Jan Topic, mercenario confeso, dueño de la empresa de tecnología de seguridad y conectividad, Telconet S.A., involucrada en el “Caso Odebrecht” por haber recibido presumiblemente sobornos de la constructora brasileña envuelta en casos de corrupción en otros países de la región, a quien Villavicencio pensaba denunciar por la venta de foto radares y cámaras de vigilancia a las municipalidades de Manta y Guayaquil. Cabe mencionar que las primeras denuncias dirigidas contra Correa, produjeron que en algunas ciudades del Ecuador como Riobamba, Loja y Cuenca, seguidores de Villavicencio salieran a protestar coreando: “Correa asesino”. El caos controlado se ejecutaba.
Como era de esperarse, este hecho afectó considerablemente la campaña de todos los candidatos, pero más a Luisa González, candidata “correísta” quien se desempeñó como Secretaria del Despacho de la Presidencia, Jefa del Gabinete de Ministros, Ministra de Turismo, Cónsul en Madrid y otros cargos que le proporcionaron gran experiencia en la administración pública y al mismo tiempo en militante de confianza de Correa.
Los efectos de la “supuesta autoría intelectual del crimen” de Villavicencio dirigidas contra Correa. La duda inoculada a la población por manipulación mediática. Las restricciones de movilidad provocadas por el Estado de Excepción a la población. Las acciones delincuenciales diarias contra la población, (robos, secuestros, extorsiones –“vacunas”-, masacres carcelarias y asesinatos por grupos de sicarios) cometidas por las bandas criminales y delincuentes comunes. Un debate presidencial mal organizado por el CNE el 13 de agosto, con un pésimo formato, tiempo de respuesta de un minuto a preguntas que requerían un análisis y desarrollo profundo de temas económicos, sociales y de seguridad. La sensibilidad propia del pueblo ecuatoriano ante el crimen sanguinario que lo llevó a expresar una especie de “voto pésame” al candidato Fernando Villavicencio que aumentó su nivel de votación al doble. La opción de un cuarto de los votantes que apostaron por “gente nueva”, cansada de los “políticos de siempre” y que Daniel Noboa, hijo del magnate Alvaro Noboa, logró proyectar con una campaña silenciosa sin confrontar y supo aprovechar a su favor. Finalmente, la “recuperación” de la memoria de al menos una tercera parte de los votantes que llegaron a la conclusión que “con Correa estábamos mejor”, fueron determinantes para que los resultados hayan roto todos los pronósticos.
Ahora nos vamos para un balotaje con algunos insumos básicos que le permitirán al progresismo considerar algunos escenarios: La derecha en su conjunto se unirá para enfrentar al “correísmo” cooptando casi a todos los demás candidatos, lo que le deja al progresismo un estrecho margen para la negociación. Los candidatos que no pasan a la segunda vuelta no podrán endosar los votos de sus seguidores hacia una de las dos candidaturas finales porque en su mayoría no son militantes de esos partidos. Solo Yaku, Zurita (el reemplazo de Villavicencio) y Armijos iban con movimientos propios a participar por primera vez como candidatos, excepto Yaku que ya compitió con Lasso como candidato de Pachakutik. También se debe tomar en cuenta que el “voto pésame” no es voto duro sino efluvio, ya se disolvió con estos resultados y ese 16% entra en la disputa para los dos finalistas, teniendo Luisa González una mayor ventaja por ir primera al balotaje con una diferencia de 9 puntos.
Como el aleph de Borges, la realidad se verá a plenitud el 15 de octubre. La esperanza está intacta para un pueblo digno que merece dignidad urgente, porque el amor ya le está ganando la partida al odio.
*La imagen fue tomada por el autor del artículo y corresponde a un centro de votación situado al noreste de Guayaquil.